Bavispe: donde el río da vuelta
El 5 de noviembre de 2019 fue la primera vez que escuché sobre la existencia de Bavispe, un pueblo con poco más de 600 habitantes ubicado en la parte alta de la Sierra Madre Occidental, en los límites de Chihuahua y Sonora.
No tenía entonces mucho que decir de una comunidad rural que podría ser cualquier otra del norte de México; con sus calles polvosas, sus casas viejas, sus árboles milenarios, sus historias y por supuesto sus fantasmas.
Los motivos que me llevaron a indagar la ubicación de Bavispe no eran agradables, por el contrario, tenían el grado máximo de una tragedia: Nueve integrantes de la familia Lebaron habían muerto tras ser víctimas de una emboscada por parte del crimen organizado.
Mujeres y niños salieron una mañana desde Bavispe, Sonora, rumbo a La Mora, Chihuahua, atravesando la zona montañosa de la sierra madre sin imaginar que se convertirían en objeto de aquel ataque atroz a mano de criminales, que a plomo y fuego buscaban demostrar su poderío en una lucha por el territorio para el trasiego de droga.
En ese tiempo, el periodista y escritor sonorense Carlos René Padilla, quizá ya había escrito la serie de cuentos que llevaban el nombre de “Bavispe” y que en 2020 lo harían acreedor al reconocimiento como el libro de Cuento Sonorense.
O quizá aún no lo había hecho y decidió con ello homenajear al pueblo lastimado por la maldad. En realidad no lo sé.
Si bien es cierto, el autor no habla en este libro sobre la tragedia de la familia Lebaron, sí nos introduce a la cotidianidad de la comunidad, nos lleva de la mano por los callejones y el entorno del lugar donde tal vez Ronhita y su familia estuvieron.
La portada del libro es en sí misma un atractivo que invita a la lectura. Sobre un callejón empedrado descansan 5 fantasmas sonrientes; hacia abajo las casuchas típicas de los pueblos que respiran despacio y exhalan su aliento anciano en descenso hacia el río en movimiento como única muestra de vida.
Al fondo la montaña imponente sobrepasada por el cielo arropado por nubes densas que presagian lluvia, o tal vez dolores, lágrimas, tormentas internas y eternas que solo el ser humano es capaz de llevar consigo.
Al vuelo de las páginas llega “Plañidera”, la historia de una mujer que odia los funerales porque le recuerdan el martirio de su abuela durante la lucha contra el cáncer. Desde la adolescencia evitó a los muertos convirtiéndose así en la rara del pueblo.
El día que su comadre Conchita muere, la protagonista decide dejar de ser la “extraña” del lugar, se amarra el valor al cuerpo para acercarse al ataúd donde Conchita yace sin vida.
Viene entonces un mar de lágrimas que la inunda, incontenible; ella se deja llevar y llora ante la muerta todas las vidas perdidas, los dolores guardados y las furias contenidas.
Sin saberlo, también llora las agresiones de las que cotidianamente es víctima en manos de Mariano, su marido borracho de Bacanora, que la hace transitar los caminos del sexo forzado, de la violencia continua.
Allí empieza una nueva historia para quien ahora nombran “Plañidera” y que en lo sucesivo será contratada para llorar a los muertos en los funerales.
Cada velorio es una limpieza interna que le quita de encima sus propios males. Llorar se convierte en un río de salvación personal, una abstracción de esa realidad que la arrastra lanzándola a las rocas sin que pueda oponerse.
Mientras la muerte llega ella llora; llora y es feliz. Se transforma, disfruta la vida y sobrelleva lo que le hace daño. Pero la felicidad no es eterna y tras diez meses de velorios sucesivos la Parca decide hacer un alto en el camino y con ello, deja a “Plañidera” en el limbo de la desesperación.
Respira pero no sabe si está viva, o quizá lleva años muerta y no se ha dado cuenta. Tras 67 días sin la oportunidad de llorar de nuevo y mientras escucha los ronquidos de Mariano, ella toma un cuchillo y decide acabar con la sequía de muertos.
Carlos René Padilla abre con esta historia un mundo de dramas contenidos en lo alto de la montaña, donde conviven los fantasmas con los recuerdos de un terremoto ocurrido más de cien años atrás.
Allí están también el amor, el odio, la venganza plasmados en cada personaje con el lenguaje poético del narrador y la pluma experimentada del periodista.
“Bavispe” es pues, una obra que, como el origen de su nombre lo marca, nos lleva a donde el río da vuelta.
*Bavispe: Su nombre proviene de la lengua indígena de los Ópatas, originalmente de la palabra Bavipa, que se interpreta como «Donde el río da vuelta».
*El pueblo se encuentra a 158 km al sureste de la ciudad fronteriza de Agua Prieta en la frontera con los Estados Unidos, a 328 km al noreste de Hermosillo la capital de Sonora, a 647 km al este de la ciudad portuaria de Puerto Peñasco, y 582 km al noreste de Ciudad Obregón, la segunda ciudad más importante del estado.




