Un autor como no hay dos
Jesús Chávez Marín
El texto breve
Foto: Pedro Chacón
Un autor como no hay dos
Hola cómo están, soy Felipe Colmeneros González y dispensen que ponga primero mi nombre, es por precaución; ya registré este importante mensaje en Derechos de Autor para que no se les ocurra, nunca falta quien caiga en la tentación de sacar con su firma lo que escribo, o salir citado de repente en alguna historia que se plagia tan campante la información mía como el Jesús Vargas que no pone de dónde ni de quién, a menos que sea, claro, de alguna vaca sagrada y esos sí ponen demandas en dólares ay nanita. Quiero decirles que mi sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo, ay sí, no sé dónde leí esa máxima pero me gustó y cada rato la repito porque me da mucha risa; es que yo casi no leo para no contaminar mi estilo y a pesar de eso, ahí donde me ven, llevo dos libros publicados, uno bien ochentero donde unos cholos se la pasan tomando caguamas en las esquinas y trabajan de yeseros en la obra, uno de ellos se enamora de Angélica María, una chava del barrio que está buenísima pero ni caso le hace. Mi libro no se vendió gran cosa, pero recibí muchos comentarios, bueno, no tantos, un crítico de cantina de esos que nunca faltan dijo que estaba muy aburrido. Me cayó gordo. Lo que pasa es que no comprendió mi estilo. Para festejar que salió de imprenta el segundo, al que le puse por título Simplemente F, mandé hacer con un herrero una F como la de Fantomas, acá bien gótica y toda la cosa, y me salió con esta F tan sin embargo; dijo que era de bajo presupuesto pero refleja mi férrea personalidad, replicó. Así es la vida de los literatos de por estos rumbos pero es que las autoridades no se ocupan de los que escribimos y por eso tarda uno en hacerse famoso. Bueno, ni modo. Como escritor no soy muy conocido, pero como yesero agarro muy buenos contratos, no como otros.
M
Estas flores parecen bordadas por tus manos
y sé que entonces serían aún más hermosas
que este ramillete de la naturaleza
porque en los vivos colores del sol y el aire
estaría tu mirada, tu corazón de tanta plenitud.
El ingenio de tu trabajo todos los días, inagotable.
Líneas de expresión
Piedras que dibujan derroteros del agua, tiempo que marca el rostro, los recuerdos se desvanecen para mitigar presentimientos de la muerte.
Una foto linda y la mancha urbana
El humo, la sequía y el abandono saltan a la vista en la estampa de esta palmera; no suelen ser bien cuidados los árboles de los parques públicos, crecen de manera salvaje como si fueran silvestres, aferrándose a la vida entre plástico y basura que villanamente arrojan en sus pozas algunos paseantes; aunque haya un bote en cada esquina de las plazas y a mucha gente le vale madre. A pesar de eso, el azul intenso de cielo es un regalo para la vista en esta foto de nuestro explorador al alba.
¡Chinita!, no conseguí el swich para la licuadora de doña Eduviges, quesque ya no los hacen. Ya me di una vuelta por todas las segundas de la Niños Héroes y nada; me dijeron que solo se consiguen nuevos y me viene al centro; ya llevo toda la mañana y ni papa, ¡esta ciudad es un rancho! No hay nada. Mejor voy a echarme una Bohemia Clara en El Coliseo, a ver si no la agarro y entonces menos voy a terminar, tengo un madral de jale. A doña Eduviges quedé en entregarle desde el lunes y ya estamos a miércoles, el tiempo no rinde. Ni modo. Ahí mañana será otro día.
