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El Jefe

13 de mayo de 202513 de mayo de 2025

Por Jesús Chávez Marín

Estaba en la fila de las tortillas y mero adelante vi a Edelmiro Barrios Álvarez, quien había sido mi jefe cuando él era director del Museo de la Lealtad Universal, y que en aquellos ayeres también había sido compañero de primaria en la bonita escuela Dr. Ángel G. Castellanos número 277. Para no perder el turno, le grité desde acá:

―Jefee, años sin verte. Leí tu último libro: Las batallas de Hermenegildo Rivera, héroe ignorado de la Revolución Mexicana. Te quedó fregón, Maestro ―cuando me vio se puso muy contento y me dijo desde allá:

―Sujeto Indeseable, dichosos los ojos. Pérame tantito a que me despachen las tortillas y unos chicharrones y orita paso a saludarte.

“Sujeto Indeseable”, así nos decíamos de cariño desde que jugábamos juntos en las praderas de la Colonia Rosario, que en aquel entonces estaban llenas de gatuños y tecomblates.

Cuando la dulce Naborita, la de la tortillería, terminó de despacharlo, vino a donde yo estaba y me dijo con el entusiasmo propio un triunfador, como lo es él:

―Cómo te ha ido, hombre. Desde que eras mi gato en el Museo que no te miraba.

―Siii, qué tiempos aquellos. Quiero que sepas que desde que fuiste mi superior no he vuelto a tener un jefe tan a toda madre como tú ―afirmé con esa leve zalamería que debe usar uno para seguir en la jugada.

―¿Y dónde estás ahora?

―Me asignaron a la Secretaría de Discursos Fantasmas, con el licenciado Vasconcelos, ¿lo conoces?

―Cómo no, muy amigo mío. Él y yo fuimos cuadros de El Partido desde 1976.

―Cómo me gustaría que volvieras a tu puesto en el Museo y que me asignaran otra vez contigo en los años que me faltan para la jubilación.

―Ni pensarlo, bato. A pesar de que al Partido ya se lo llevó el carajo, ando en las ligas mayores: este año la voy a jugar para senador y de seguro llego, de calle o de pluri. Ya está arreglado.

―Uy, mi Lic. Tú siempre caes parado. El ser historiador famoso te da cancha.

―Qué cancha ni qué ojo de hacha, no me vaciles. Lo que pasa es que soy amigo de Los Grandes de antes que la mera verdad siguen siendo Los Grandes de ahora, tú conoces de esto. Y eso a pesar del reborujo que se traen allá en México, y de tanto trepador y junior que han surgido. Bueno, mi buen. Me despido. En la tarde tengo tres juntas aburridísimas pero necesarias, ya sabes cómo se las gastan. Nos vemos.

Lo vi salir y subirse a una camionetota Honda color plata. Me alegró verlo y se me hizo bonito que siga siendo un hombre de tradiciones arraigadas, de que Austreberta, su señora, todavía lo mande por las tortillas.

Foto: (sin crédito)

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