Agustina
Por Jesús Chávez Marín
- Agustina
Por la calle pasa, con las dificultades de sus rodillas casi petrificadas, una mujer cuya memoria ya le dio dos vueltas al firmamento.
Cástulo mira las hojas doradas de los árboles, hay en su textura señales del sol como en el rostro del viejo texturas de dignidad, a pesar del esperpento que dibuja la muerte que se precipita en el vacío. Hace tres meses le dijeron que ya no había nada que hacer; luego de tantos años de tratamientos baratos, la próstata la tenía hecha un globo a punto de reventar. Uno de los médicos había dicho algo de una operación, unos estudios, pero sin mucha convicción porque el paciente casi no tenía literalmente dónde caerse muerto, qué seguro ni qué gastos médicos ni dinero más que para mal comer. ¿Para qué le daban la esperanza de la vida alargada que los medicamentos y las cirugías procuran? Mejor como antes, que la gente se moría cuando le tocaba, sin tantas venas artificiales ni recortes de carne podrida.
- Donde sucede el destierro
Qué sombra, cuanta derrota sucedió en aquellos días
hasta me parece que nunca hubo otros días, solo esos
donde sucede el destierro, el desprecio de ellos, de ella,
que en una cadena frágil de errores fui hilvanando. Ni modo.
Cuando el destino llega como viento furioso, aullando furioso,
no hay serenidad para saber que te subiste al tren de la nada,
que pasará el tiempo y te hallará solo y al dolor solo el tiempo
lo habrá de mitigar mucho después,
luego de pasar un largo túnel donde tu plexo solar
no será nada solar sino un vacío que se instalará en la garganta
en la asfixia en la espera en lo incierto
en la muerte que se asoma y saluda.
- En la hora de tu muerte, amén
Muy quieta se mira el agua, las primeras luces que en la ciudad se prenden se reflejan con esperanza y beatitud. En cada casa se agitan sin embargo los pensamientos con la prisa del día que inicia, es la hora de la energía renovada. También es la que eligen entre brumas la mayoría de los suicidas para irse, sin amor ni despedidas.
- Una naranja
En la cítrica alborada se refrescan las últimas sombras de la noche; la aventura de los sueños no siempre ha sido afortunada pero esta vez hallé en una de sus regiones la imagen que había olvidado, el talismán con el que se abre la plenitud del día.
Foto: Pedro Chacón
