Saltar al contenido
Escribana
  • Portada
  • Nosotros
  • CulturaAmpliar
    • Rincón Lector
    • Cine
    • Máscaras
    • Fotografía
  • Medio Ambiente
  • SociedadAmpliar
    • Noticias
    • Reportajes
    • Crónica
  • Podcast
  • Espiral de Letras
Escribana

Los pecados de los dioses olímpicos

5 de julio de 20255 de julio de 2025

Salud Ochoa

Los dioses del Olimpo formaban parte de la mitología griega y cada uno de ellos era asociado con distintos fenómenos de la naturaleza, así como con aspectos diversos de la vida terrenal.

Los griegos los representaban con figura humana, pero dotados de símbolos y objetos especiales que los identificaban, sumados a la infaltable belleza física.

A siglos de distancia, esos personajes continúan vigentes en la mente del ser humano, en la idea de trascender a través de logros que les permitan ser recordados en la categoría de héroes o por qué no, de superhéroes.

“Olympo”, la serie de televisión española proyectada a través de la plataforma Netflix, aborda esa necesidad humana de competir, destacar, ser el más fuerte, el más bello, el más disciplinado o el más famoso.

Ser mejor que el otro, vencer al rival a costa de lo que sea. Trascender, es el verbo que se convierte en el principio y el fin de todo.

Protagonizada por Clara Galle, como Amaia, la estricta capitana del equipo de nado sincronizado, la serie aborda los deseos, objetivos, amores, preferencias sexuales y problemas que un grupo de deportistas de élite enfrenta mientras cohabitan en un Centro de Alto Rendimiento (CAR) ubicado en los pirineos españoles.

Además, se adentra en el lado oscuro del deporte, ese espacio al que algunos deciden entrar con el único fin de convertirse, como los seres de la mitología griega, en personajes reconocidos por su fuerza y poder para lograr lo que muy pocos logran, no solo en el ámbito deportivo sino en todos los espacios de la vida.

La pregunta que en la serie se plantea es: ¿Qué tanto están esos jóvenes dispuestos a hacer para lograr sus objetivos? Pero el espectador va más allá en los cuestionamientos: ¿Son esos objetivos aceptables en nombre del reconocimiento público y el éxito? ¿Qué tan delgada es la línea que separa a la disciplina de la ambición? ¿Es válido hacer cualquier cosa con tal de alcanzar una meta?

Luego está el otro lado de la moneda: los intereses particulares de las empresas que patrocinan a los deportistas, no a todos, solo a un puñado de elegidos para convertirse en estrellas.

Ellos no quieren a una corredora del segundo puesto sino a una que rompa récords establecidos por otras corredoras, que destruya lo que ya existe y emerja de la esfera de lo ordinario hacia lo extraordinario.

Tampoco quieren a una nadadora incapaz de combinar la belleza con largos tiempos de apnea bajo el agua, tiene que lograrlo llevando un maquillaje perfecto y una sonrisa en los labios, aunque el cerebro esté en riesgo de colapso por la falta de oxígeno.

Mucho menos reconocen a un muchacho por su talento natural para el rugby, sino que explotan su lado homosexual para llegar a las llamadas “minorías”.

Pero esos jóvenes, a pesar de ser la élite del deporte siguen siendo jóvenes y siguen siendo humanos, por lo que no están exentos de lesiones físicas y, peor aún, fracturas emocionales. Su cuerpo, hermoso sin duda alguna gracias al trabajo físico, sigue siendo falible, mortal.

Y entonces, ¿Qué hacer ante esto?

Los patrocinadores lo que quieren es que un músculo triplique su fuerza para luchar contra el reloj en la carrera, que los pulmones se expandan hasta el límite, que hombres y mujeres estén dispuestos a hacer lo que sea necesario para superar a los demás.

Las empresas dueñas de esos patrocinios, lo que quieren son estrellas capaces de vender sus productos a millones de personas porque el dinero es lo único que les importa.

Y crear estrellas tiene un alto costo. Económico que es el que ellos asumen, de salud, el que toca a los deportistas.

Los hombres y mujeres de la serie Olympo, llegan al CAR con el sueño de representar a su país en la Olimpiadas, la justa deportiva más importante del mundo, y coronarse como los campeones en sus respectivas disciplinas. Para ello deben competir no solo con sus compañeros, sino con ellos mismos y sus inseguridades, sus dolores, sus miedos.

Ser deportista de alto rendimiento no solo significa estar en buena forma física y ser un buen jugador; se requiere también la madurez emocional para enfrentarse a su yo interno, a sus conflictos, a su pasado, a sus relaciones familiares cargadas de toxicidad, a sus dudas existenciales.

En lo general la serie es buena, porque muestra el esfuerzo físico y mental de quien tiene un objetivo claro en el deporte, pero hay momentos en los que evidencia la normalizada hipersexualización de las personas, particularmente de las más jóvenes, así como la insistencia de mostrar las “bondades” de la homosexualidad.

El tema del dopaje en el mundo deportivo queda en el tintero. ¿Son los patrocinadores quienes obligan a los deportistas o son estos quienes lo aceptan todo con tal de destacar en un entorno en el cual todo es una competencia?

Hay belleza, fuerza y poder físico que se mezcla con el poder económico, que, finalmente es el que mueve las macro estructuras del mundo.

Desde una mirada superficial, podría decirse que la serie es ligera con la posibilidad de consumirse en un fin de semana, sin embargo, como ocurre en la mayoría de los productos de cine o televisión, hay mensajes –evidentes y ocultos- que los productores no solo quieren enviar a los espectadores, sino que quieren posicionar en la mente de esto.

En la vida real, hay múltiples ejemplos de irregularidades que ocurren en la élite deportiva mundial, denunciadas por los mismos deportistas; porque no solo se trata del consumo de sustancias y presuntas agresiones, sino también de los efectos de la ingesta de hormonas o la llamada «inclusión».

Cualquiera puede encender el televisor y seguir la trama, pero pocos llegarán a la reflexión.

Facebook

Contacto:
contacto@escribana.com.mx

© 2025 Escribana

Scroll hacia arriba
  • Portada
  • Nosotros
  • Cultura
    • Rincón Lector
    • Cine
    • Máscaras
    • Fotografía
  • Medio Ambiente
  • Sociedad
    • Noticias
    • Reportajes
    • Crónica
  • Podcast
  • Espiral de Letras